La charla intima que María desfrutó con Jesús en la sala nunca será producto del ajetreo que vive Marta en su cocina. El ajetreo, en `sí mismo, alimenta la distracción. Lucas 10:38 nos muestra a una mujer que tiene el don de la hospitalidad. Marta le abrió su hogar a Jesús, pero eso no significa automáticamente que le haya abierto su corazón. En su ansiedad por servir a Jesús, casi pierde la oportunidad de conocerlo.
Primero, lo Primero
Lucas nos dice que Marta estaba preocupada por los muchos quehaceres que tenia entre sus manos. Esa es la palabra clave: quehaceres. Para marta, no servía de nada darle a Jesús algo que no fuera lo mejor. Ella tenia “que-hacer” lo mejor para Jesús.
Nosotros podemos llegar a caer en la misma trampa. Es posible que sintamos que que debemos demostrar que amamos a Dios haciendo grandes cosas para Él. Así que pasamos de largo, a la carrera, la intimidad de la charla en la sala, y nos preocupamos por trabajar para Él en la cocina: implementamos grandes ministerios y maravillosos proyectos con los que nos esforzamos por dar a conocer las Buenas Nuevas. Hacemos todas nuestras obras en su nombre. Lo llamamos “Señor, Señor”. Pero, al final, ¿Él nos conocerá? ¿lo conoceremos?
Marta y María - Mark Driscoll from Descubriendo el Evangelio on Vimeo.
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El Señor te Bendiga